Dice el diccionario de la RAE que un cataclismo es, en su primera acepción, un "Trastorno grande del globo terráqueo, producido por el agua". Y eso exactamente es lo que podría suceder en el año 2029 o, con mayor probabilidad en el 2036 (quizá antes, por otro suceso parecido no controlado). Pero quizá una definición más popular sea Armagedón (por la película, obviamente, que la biblia ya no se la lee ni dios -lo siento, pero tenía que hacer el chiste jejeje-), ya que, si Apophis verdaderamente se estrella contra la Tierra provocará un daño similar al que se preveía en la película, es decir, la extinción de la raza humana.

Así pues, científicos como el astronauta Pedro Duque se empeñan en reclamar a las autoridades un ejercicio de responsabilidad dándole a estos fenómenos la importancia que merecen y realizar los esfuerzos necesarios para, ante un eventual impacto, estar preparados.
Lo que no cabe ninguna duda es que, antes o después (quizá nosotros no lo veamos), la Tierra correrá un grave riesgo de impacto con un objeto potencialmente destructor (así lo demuestra la historia de nuestro planeta) y si queremos seguir permaneciendo como especie y creyéndonos los reyes del Universo, en algún momento deberemos prepararnos para afrontar peligros aparte de los que nosotros mismos generamos.
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