jueves, 22 de enero de 2015

Paternidad

Esta será una entrada muy personal, pero la ocasión lo merece. El día 22 de enero de 2015 a las 9:25 nació mi primer hijo: Héctor, adelantándose a su  fecha prevista de parto. Bienvenido Héctor, no sé si algún día leerás esto si sigo manteniendo el blog jejeje.

Hoy apenas atisbo en la lejanía lo que significa ser padre, y por suerte mis circunstancias son relativamente cómodas; sin embargo vienen a mi cabeza aquellas que tuvieron que padecer mis padres. Con una seguridad social en bragas, teniendo que gastar un dinero que no tenían en médicos y hospitales de pago, privándose de lo que hoy consideramos básico para conseguir que su prole saliera adelante igualando sus (nuestras) oportunidades a las de los hijos de la gente de mejor cuna. Nunca podré agradecer lo bastante el que me posibilitaran estudiar una carrera, e incluso irme al extranjero a mejorar mis capacidades, pero sobre todo me acuerdo y me acordaré siempre de los momentos más especiales para mí. No son el día que me compraran una Play o el día que me llevaran a una piscina de bolas. Mis recuerdos más especiales son un día cualquiera con mi madre secándome el pelo contra su delantal o las noches echado sobre mi padre mientras veíamos la tele (nos amontonábamos ahí mi hermana y yo al mismo tiempo), una tarde de verano viendo la tele, un domingo en la playa con un bocadillo de salami y una lata de Coca-Cola…
Pienso en lo que me queda por delante en las próximas dos décadas (al menos) y da vértigo. El dinero sólo es una de las cosas por proveer: salud, educación (esta creo que será la más fácil dada mi profesión), sicología y muchas más disciplinas en las que tendré que hacerme experto, aparte de, por supuesto, manejo de conflictos y negociación.

Espero hacerlo bien en esta nueva era que se abre y tengo la seguridad de que no lo haré mejor que lo hicieron mis padres conmigo, pero me conformaré con acercarme un poco J